Eres lagrimal dañado, mi tormento, mi pasado, mi presente olvidado, en futuro que no quiero aceptar. Te escabulles, abres la puerta y pasas sin tocar, qué no tienes modales, debes aprenderlos. Te diriges a mi agujero para atravesar el laberinto que es mi cuerpo con tus manos llenas de sangre, dónde aprendiste los caminos.
No abras paso, no te claves más profundo.
Eres el aire que me asfixia, eres el agua que me ahoga, y aquí tienes mis manos sobre el agua que seca mis ojos. Eres el silencio atravesando mi espina. Qué rosas marchitas, qué espinas...
Extraño tenerte, necesito sentirte, pero no puedo ser débil. No en este instante. Aunque seas ese mal que me hace bien, aunque seas mi droga fantástica. El paraíso dulce que me otorgas, celestial melodía que es tu voz. Asesina, llena de rosas, llena de espinas.
Me hace falta la distancia para echarte al vacío, aunque ya estás vacío, dentro de mí. Con tus agujas incrustadas en mi espalda, yendo directo a mi pecho.
Eres rosa marchita, mis mil espinas.