"Máquina de pensamientos"


Siento que esta vez, simplemente no debí haber despertado, y no hablo por tu presencia o ausencia, sólo debí quedarme en cama, quizás alucinando más de lo normal, tal vez sólo soñando en lo que pronto puede pasar. Desde el instante en que abrí mis ojos, sentí ese escalofrió erizarme la piel, me estaba indicando que entraría en una crisis emocional tarde o temprano, esa que suelo tener por las noches, antes de dormir (cuando puedo dormir). Sé que mi comportamiento es indiferente y mi silencio hiriente, pero te aseguro, no es mi intención, es mi naturaleza. Los pensamientos callan mi interior, mis palabras mueren en mi cabeza, mi imaginación fluye surcando mar y tierra para encontrar una nueva forma de inseguridad, para lograr confundirme y divagar ¿cuántas veces más lo logrará? Cuántas veces más tendré que soportar.
Como quisiera dejar de respirar, por lo que queda del hoy y el mañana quizás. Tan siquiera por un par de horas, desconectarme de este universo y dejar que me absorba por completo mi inigualable pensar. ¿Inigualable? Pero si hay millones de pensares similares, cómo puedo decir semejante estupidez. Normalmente me preguntas que me sucede, mi voz nuevamente se ausenta, y quedas con la duda, lo siento, no es tu culpa, es mi mente quien me juzga y surgen sentimientos de envidia. Lamento que estés atrapado entre mi red de desequilibrios, no quiero que seas bienvenido, se que te haré daño, cómo puedo evitarlo. Dime qué hago para que te alejes, por qué no entiendes que sólo trato de protegerte de mí misma, te lo advertí, pero al parecer no me escuchaste. Nunca logras percibirme.
Conozco tu intensión, sé que es lo que quieres. Sé que me quieres escuchar, pero te digo, mis palabras son invisibles en el mundo real. Soy un producto de mi imaginación, soy el silencio en tu habitación, dime que vienes aquí para ser escuchado y sólo eso. De verdad, te puedo consolar, sólo no me pidas nada más.

Extraño esa niñez que se fue en un abrir y cerrar de ojos, no me di cuenta cuando me la arrancaron de las manos. Cuando lloraba y reía a la vez, cuando esas lagrimas que se secaban en mis mejillas eras por caídas, raspones y moretones, juegos y falta de monotonía. Cuando todo era paz y alegría, no habían tantos pensamientos que controlar, todo era felicidad. Ahora sólo desearía apagar esa máquina extraña que reinventa pensamientos, esos que se mueren por las mañanas y renacen todas las noches cuando las luces se apagan, danzan en mi cabeza como hojas que caen de los arboles, como el viento y la brisa. La inseguridad es la luz que guía mis dialectos mentales, triviales vacíos pero tan llenos de todo, melancolía, tristeza, alegría, envidia.
Esa máquina produce sentimientos que carcomen mi maltrecho cuerpo, lleno de energía y odio, necesito vaciar en ti todo lo que pasa por mi cabeza. Todos los pensamientos que atraviesan mi cráneo como balas en el desayuno. Vuelvo a caer en el deseo, por qué no puedo, yo quiero decirte lo que siento. Dime por favor que me escuchas, dime que mis labios si producen sonidos, dime tan siquiera que puedes percibir balbuceos saliendo de mi, susurrando a tu oído como el sonido de una mariposa. Dime que no estoy loca, que si tengo el poder del habla, así se para decir sólo tonterías que ni a ti ni a mí nos interesen.
Cuando me preguntan; “cuál es tu mayor deseo”, sin dudar mi respuesta es, dispararle a mi cabeza. Cómo pedirme no hacerlo, es lo único que la callaría, aunque sea por un microsegundo, para no escucharla hablar sola o acompañada, para que no me impidan proferir mi sentir. Ese razonamiento que se mantiene vivo de tarde o de día, a cualquier hora, cada vez que tengo una imagen, tan sólo la de un papel, vienen pensamientos que yo no busque. Qué es lo que quieren ellos, por qué no se van de una buena vez. No es cuestión de confianza ni mucho menos de miedo, es un impedimento total. Tengo una cantidad excesiva de pensamientos que los aglomera de manera desordenada, y al momento de idealizarlos se pierden entre el montón. Ese cúmulo de pensares que, con el tiempo, se hace más y más grande, se pierden en el extenso mundo imaginario que los engloba a todos en distintos pero similares recuadros.

Me pides desahogo, pero cómo hacerlo. No te escucho, eres como un mudo gritándole a los oídos de un sordo/ciego, palabras de una sílaba, me preguntas si estoy distraída, lo siento estoy en mi mundo de fantasías. ¿Quieres que te lo describa? Lo que puedo decirte es que al final del camino hay un autobús esperando, contiene un único puesto y está vacío, tal vez espera a que la luna se esconda y el arco iris brille, cuánto más va a esperar, llevo centenares de días aquí sentada, en este banco impregnado de recuerdos, con la misma vista hacia el automóvil estático, por qué ha pasado ahí tanto tiempo. A quién está esperando. ¿Será a mí?, pero ¿por qué, para qué? Qué quieren de mí, que buscan de mí, no encontraran más que soplos vacios. Yo soy nada, ya no sé ni lo que soy.

"¿Quién soy? Cómo ser yo misma, si ni siquiera tengo clara mi visión. Me preguntas en qué planeta vivo, en uno muy lejano donde la realidad es ajena a la tuya y mis pensamientos no me pertenecen. Hay una voz dentro de mi mente que me dice que me calle cada vez que me toca hablar, mis labios están cosidos por una barrera mental. Exiges que las palabras salgan de mi boca, pero al momento de expresar cada pensar, cada idea que ya tengo coordinada para ser expuesta ante ti, ellos y/o cualquier personaje, mis cuerdas vocales fallan impidiendo que salga sonido alguno, termino siendo la idiota que escucha y sólo eso."